Superposición del sitio

Aprendiendo a ponerme de mi lado

SOY LA HIJA DEL MEDIO DE TRES HIJAS MUJERES. EN MI INFANCIA RECUERDO MUCHOS GRITOS, Y QUE NO HUBO LUGAR PARA EXPRESAR LA PARTICULARIDAD Y SENSIBILIDAD DE MI SER. HACE POCO MI MAMÁ ME CONFESÓ QUE YO ERA SU HIJA PREFERIDA… INTUYO QUE ESO Y ALGÚN EVENTO DE ABUSO O JUEGO SEXUAL INTENSO OCURRIDO EN MI INFANCIA, más la muerte prematura de mi papá, SIRVIERON COMO LEÑA PARA AVIVAR EL FUEGO DE LA FANTASÍA Y DE ELEGIR EL MUNDO IMAGINARIO AL REAL.

De chica fui bastante retraída y me costaba decir lo que quería, no tengo muchos recuerdos de mi infancia, no recuerdo mi primera masturbación pero creo que desde que tengo memoria la practico, mi mamá nunca reprimió ese lado aunque lo notó.
Esa sensación era mi mundo, ahí me sentía poderosa y con placer, era mi momento.

A mis 12 años falleció mi papá de una forma repentina, en el comienzo de mi adolescencia y mi exploración con los hombres.
Fue otro condimento para refugiarme en la fantasía y despreciar el mundo real, en el que me sobre adapté trabajando y haciendo el colegio secundario sin deber nunca ninguna materia (no debía darle problemas a mi mamá) la culpa siempre estaba presente y mi adolescencia no fue una etapa feliz ni una adolescencia parecida a la de mis compañeros y compañeras. Lo social me costaba mucho y prefería resolver mis conflictos con la fantasía y la masturbación.

Me daba vergüenza contar que me masturbaba, pensaba que era la única mujer que lo hacía y a la vez me daba mucho poder. En la fantasía todo se resolvía a mi favor, seguía siendo retraída y tímida socialmente.

A los 19, hablando con mi tía, ella me dijo que ya estaba grande y que debía tener relaciones sexuales (esa tía es alcohólica pero yo en ese momento no lo sabía), contemplándolo ahora yo me sentía muy sola y no me daba cuenta.
Estaba estudiando en la universidad y organizamos un viaje a la playa con un compañero, tuve mi primera relación sexual con él, no fue una relación de amor ni mucho menos, yo quería sacarme de encima «la virginidad» no le conté a él que era virgen.

Me asombró la capacidad de hacer todo en el acto sexual como si fuera experta, ya estaba «actuando», y en aparente «control». Con él estuvimos saliendo un tiempo y realmente no recuerdo cómo terminó la relación.
Luego de un tiempo me bauticé e ingresé en un movimiento católico de jóvenes donde se proponía la virginidad hasta el matrimonio. Estuve 4 años en ese movimiento negando que mis relaciones sexuales habían existido. No tuve sexo ni me masturbé durante ése tiempo; en un momento comencé con ataques de pánico y paranoias como si alguien quisiese matarme. Empecé a ir al psiquiatra.

Luego de alejarme del movimiento religioso retomé mi vida sexual con quien la había empezado, mientras trabajaba con él y él estaba en pareja. De esa época recuerdo bastante confusión y desolación . Luego empecé a trabajar en un bar y empezaron dos años de promiscuidad absoluta… yo no registraba que eso me hiciera mal pero sabía que un deseo incontrolable y una compulsión me empujaban a realizarlo: sexo en lugares públicos, sexo sin protección, varias parejas sexuales simultáneamente e incluso con quien no me gustaba físicamente.


Después de eso empecé una especie de noviazgo con un compañero de trabajo de ése bar hasta que él estuvo sexualmente con otra chica y yo entré en una depresión. Empecé a tomar ansiolíticos y seguí la relación con este chico siendo por 5 años la amante mientras él tenía otras novias, no podía parar de hacerlo a pesar de los malos tratos que recibía de su parte. Mientras estaba
con él necesitaba tener tres o cuatro parejas sexuales más. Una de esas personas era casada y nos vimos durante bastante tiempo hasta que su esposa me llamó amenazándome. Ahora puedo ver que todo estaba descontrolado y crecía en peligro e intensidad.

A los 32 años conocí al que iba a ser mi novio por 9 años (mientras me estaba viendo con tres parejas sexuales aparte), si bien no fui promiscua y pude tener una relación con un proyecto a largo plazo, ahora y desde que estoy en ASA puedo ver que nunca estuve presente en cuerpo mente y alma durante nuestras relaciones sexuales. Mi cuerpo estaba ahí inevitablemente, aunque mi mente estaba en la fantasía y ahí él y yo éramos otras personas. Ahora veo que nunca tuve intimidad emocional con un hombre y nunca la tuve conmigo misma.


Al pasar 7 años de relación y leyendo en internet me di cuenta que padecía de violencia psicológica. Nuestra relación era disfuncional y yo no lo había notado. Había idealizado a ese hombre como en cualquiera de mis fantasías.
Dentro de esa relación tuve tres momentos de dolor insoportable: la pérdida de un embarazo menor a 12 semanas, la pérdida de un embarazo de 6 meses (incluidas 8 horas de trabajo de parto con un dolor indescriptible para parir un bebé muerto), y la pérdida de un tercer embarazo ya al final de la relación que me decidió a separarme de este hombre. Entendí que Dios me hablaba a través de esos dolores e infertilidad.

Creo que la soledad que sentí en esas pérdidas recién puedo registrarlo ahora, fue desolador. Tres o cuatro meses me dediqué a estar mejor ya separada y viviendo con mi mamá. El 20 de julio del 2018 una amiga me sugirió que entrara a una web para conocer chicos y esa fue mi droga por 8 o 9 meses. Un descontrol, confusión y una doble vida increíbles. No podía parar. Y no podía estar un solo día sin tener sexo. Ahora puedo darme cuenta como la fantasía tomó todos los aspectos de mi vida hasta hacerla descontrolar. Yo no quería estar en mi vida, dolía mucho. Quería ser otra, no quería sentir más dolor ni soledad.

Un día hablé con mi jefa porque ella notaba una actitud errática en mí. Fue la primera persona a la que le dije que me parecía que tenía un problema.
Siendo ella médica creo que en el fondo yo sentía que podía ayudarme. Tenía demasiada vergüenza para decírselo a mis seres queridos, hasta que tuve que contarlo porque me echaron del trabajo luego de ser honesta con mis jefes y contarles que «no podía parar de estar con chicos»(todavía no sabía que existía la adicción sexual).


Ese mismo día vine a mi primera reunión de ASA. Mi primera aproximación a un camino de autoconocimiento y de reconexión con mi ser espiritual. Eso que sentí en mi primera reunión espero no olvidarlo nunca. Lo atesoro en un altar dentro de mi alma.

Me sentí acompañada, sentí que podía decir la verdad por primera vez en mucho tiempo y que podía dialogar con hombres sin verlos como objetos para mí satisfacción y hablar con ellos de otra cosa que no fuera sexo. En cada compartir intento honrar esa honestidad que sentí diciendo tanto como puedo la verdad despojada para entregársela a mis compañeras y compañeros y, a través
de ellos, a mi Poder Superior. Creo que mi concepto de Poder Superior está transformándose. Me bauticé y creo en Jesús, aunque en los grupos intuyo que estoy lentamente descubriendo que el Poder Superior es solo Amor, que está en las reuniones, que nos junta en el bienestar común, es a quien acudo cuando no tengo ganas de nada para que sea él quien actúe en mí. Escuché por ahí que una cosa es la creencia espiritual y otra la experiencia espiritual. Lo que me atrajo de nuestro programa es esa posibilidad de una experiencia espiritual que puede hacer que yo descubra que mi Poder Superior también está dentro mío y que soy una parte de El. Cuidándome, amandome a mí misma, reconociéndome como soy y aceptándome estoy amándo y conectándome con mi Poder Superior.

La abstinencia es una forma de acercarme a Él, porque Él quiere que sea feliz. Siento ahora que ya no estoy sola, los amigos y amigas, el programa y también las recaídas (si estoy atenta) me enseñan algo más sobre mí. Intento no poner las cosas en blanco o negro y entender que todo lo que sucede y decido es para mi aprendizaje en este viaje de la vida. Estoy agradecida de haber encontrado a ASA, a mis amigos y amigas de la hermandad que me conocen como nadie, a mi
madrina y al programa. Me hacen sentir acompañada, me hacen reír; es como empezar de nuevo pero más honesta conmigo, con lo que me pasa y con los demás.
Estoy profundamente agradecida y los quiero mucho. Les doy las gracias por quererme hasta que aprenda a quererme sola.


Un abrazo de recuperación.


Verónica L